El lunes 27 de julio de 2020, a las 9 am, se organizó en San José la segunda gran manifestación en contra de las restricciones económicas impuestas por las autoridades costarricenses para combatir el coronavirus.
A pesar de su gran afluencia, la manifestación recibió escueta cobertura en los medios que priorizan la difusión de noticias alarmistas sobre el contagio.
Las medidas sanitarias para combatir el coronavirus tienen consecuencias económicas severas, que fue lo que protestaron en la marcha.
El sindicalismo ofrece un discurso clásico.
Las declaraciones de algunos manifestantes son originales.
Pero sectores enteros de la población están verdaderamente desesperados.
El coronavirus también tiene consecuencias políticas, pues implica restricciones para la organización de marchas públicas. Para respetar el imperativo de distanciamiento social, los manifestantes encontraron una forma novedosa: marchar en sus vehículos.
Pasaron muchos vehículos señalando su apoyo a la iniciativa.
El gobierno no ha dado respuesta a las peticiones de los manifestantes.
Recordemos que trabajar también es parte de la salud y dignidad de las personas.
Por Paulo Botta (Instituto de Relaciones Internacionales Universidad Nacional de La Plata)*
La decisión del Presidente turco Recep Erdogan de hacer que la Catedral de Santa Sofía deje de ser un museo, lo que era desde 1934, y vuelva a ser utilizada como mezquita, es decir el uso que se le dio desde 1453 cuando los otomanos conquistaron Constantinopla hasta aquella fecha, ha acaparado la mayoría de los titulares de los medios que se ocupan de temas internacionales.
La decisión ha generado rechazo comprensible
a nivel de las comunidades cristianas en aquel país y en el exterior, que ven
esta decisión de Erdogan como un claro ejemplo de su política de
“re-islamización” o de “neo-otomanismo”.
También fue rechazada por parte
de los Estados Unidos y de la misma UNESCO. Rusia, por su parte, ha considerado
al tema como una decisión de política interna turca, algo que tiene más de
realismo político que cualquier otro componente.
Todas las reacciones externas eran
esperables, y no podían dejar de realizarse, aunque más como una formalidad que
con una clara voluntad de modificar la decisión turca.
Sin embargo, eso no es lo
esencial a la hora de analizar lo realizado por el Presidente Erdogan sino que
tanto la decisión de Erdogan como las reacciones generadas nos muestran
importantes tendencias en el sistema internacional y entre quienes estamos
interesados en analizarlo.
En primer lugar, hay que entender
que se trata de una decisión motivada por factores internos así como derivados
de la búsqueda de enfatizar un aspecto central de la identidad del país.
A nivel interno, en un contexto
complicado, ya sea por la crisis económica o por el impacto social del
coronavirus o el desgaste normal de un dirigente en el poder desde hace una
década, Erdogan tiene una necesidad ineludible de dar a su base electoral algo
que ya se había prometido pero que nunca, en más de una década al frente del
país, había concretado: hacer que Santa Sofía vuelva a ser una mezquita. Se
trata de un punto central en los musulmanes turcos que él representa. Es un tema de importancia identitaria para su
grupo político, aunque no era urgente.
Así, en medio de la actual
crisis, que no es turca, ni regional, sino global, esta decisión aparece como
un gesto poco costoso en términos políticos internacionales pero que le puede
asegurar amplios beneficios internos.
Por otra parte, le asegura alcanzar
dos elementos esenciales de toda política exterior: enfatizar su identidad
islámica y ganar prestigio frente a otros actores que compartan estos valores. El
precio a pagar, no ha sido muy alto. De nuevo, como cuando nos hemos referido a
Putin, realismo puro.
Esta decisión debería hacernos
ver, desde este rincón del mundo, desde “casi el fin del mundo”, parafraseando
al Papa Francisco, ciertas tendencias actuales que pueden resultar de interés.
La identidad, por un lado, es un
elemento esencial en toda sociedad. La autopercepción es incluso más influyente
que la realidad misma. Afirmar ciertos aspectos de la vida social, como en
este caso la religión, es algo que
comparten muchos líderes lo que no significa que lo hagan convencidos (no
podemos juzgar su interior) pero entienden ese reflejo social y lo utilizan
para construir poder.
En segundo lugar, varias décadas
de internacionalismo liberal nos han hecho caer en una visión cómoda,
simplificada e incorrecta de otras sociedades. Se cree que los valores propios,
denominados occidentales, son universales y que todos deben aceptarlos so pena
de ser considerados como parte de la pre-modernidad.
Lo cierto es que estos valores no
son universales y que creerlo genera lo que denominados la “falacia del
espejo”, es decir, pensar que los demás van a reaccionar como uno lo haría.
Nada más alejado de la verdad. Para escapar a esa falacia es necesario conocer
al otro, sus valores, su lógica discursiva interna, sus percepciones, y para
ello hay que salir del punto de vista propio. Los orientalismos decimonónicos,
que veían al otro como un objeto, han dado lugar a uno del siglo 21, donde se
cree inocentemente que porque uno crea algo los demás deben de hacerlo, por el
solo peso de la universalización forzada o indiscutible de esos valores
occidentales.
Creo que en el fondo los
aspavientos liberales no se originan en la incomodidad que les genera la idea
que Santa Sofía sea una mezquita, en términos religiosos, sino que alguien no
acepte sus valores, en términos políticos. No piden que Santa Sofía vuelva a
ser una Catedral, sino que siga siendo un museo. Piden la continuidad del
laicismo, no un regreso a valores cristianos. En un mundo donde se fortalecen
las tendencias identitarias, muchas de ellas con base religiosa, la decisión de
Erdogan les resulta tan extraña como si el reflejo del espejo no se moviera
fielmente.
El próximo 24 de julio cuando
Santa Sofía se convierta oficialmente en mezquita agregaremos un nuevo hito al
listado que reúne los errores de comprensión al analizar otras sociedades que
se mueven basadas en otros valores.
Hasta que no podamos desarrollar
un conocimiento real y comprehensivo de otras sociedades y sus culturas
políticas seguiremos sorprendiéndonos.
Argentina, como un país medio con
escaso margen para el error o para dilapidar oportunidades, necesita más que
nunca entender el mundo sin anteojeras ideológicas y sin esa expectativa de la
universalización de valores, que no es la tendencia actual. Para ello las
universidades y el desarrollo de los estudios regionales, cumplen un papel
central.
Cuando el estado turco fascista lanzó los ataques de invasión contra Afrin con mercenarios en enero de 2018, lo justificó con la “amenaza a la seguridad” por la existencia de un gobierno autónomo kurdo en su frontera, antes de esa fecha, no se disparó una sola bala desde Afrin hacia el lado turco, mientras que estas tierras ubicadas en el extremo más occidental de Rojava habían sido atacadas por morteros y obuses de Turquía docenas de veces. Poderes como la ONU y la UE que no se opusieron a la ocupación fascista del régimen AKP-MHP de esta región kurda dentro de las fronteras estatales sirias conocían muy bien este hecho. A pesar de las intensas protestas y reacciones de su propio público, respaldaron la ocupación, que creó una violación muy grave de los derechos internacionales.
Estos poderes, que cuentan con su democracia, su presunta lealtad a los derechos y la ley, son conscientes de que los mercenarios utilizados por Turquía en 2013 en el norte de Siria y Rojava no son diferentes de ISIS. Por ejemplo, Amnistía Internacional informó en 2016 de las masacres de civiles y los delitos de tortura cometidos por la División Sultán Murat establecida por Turquía en 2013. La ONU también señaló en un informe publicado en febrero de 2017 que la misma fuerza cometió una masacre en el barrio ?êx Meqsût para vengarse de los kurdos.
Sin embargo, el Estado turco permitió a los mercenarios poner fin a una administración autónoma democrática, ecológica, liberal y femenina y establecer un régimen fascista.
La dominación de campo de ISIS, que presumen de terminar (como si hubieran tenido pérdidas en el campo), ahora continúa con un emblema diferente, en áreas donde el poder autodestructivo y la gente se autogobiernan. Efrîn, Serêkaniyê, Girê Spî. Aquí, bajo el liderazgo de las fuerzas YPG-YPJ, se construyó sobre ellas un sistema democrático, pluralista, multicultural, femenino, libertario, liberado de las pandillas apoyadas por el estado turco.
Ahora hay un régimen fascista monista, islamista, anti-kurdo y misógino. Borra todo lo relacionado con los kurdos, estas tierras que no están relacionadas con los turcos están siendo turquificadas y están sujetas a la asimilación popular y al genocidio cultural. Los kurdos, que no pueden dejar / abandonar el área de ocupación, son secuestrados, torturados y asesinados todos los días. Se envían a las familias imágenes de torturas disparadas por teléfono móvil y, si no se paga el rescate, se suspenden las amenazas de asesinato.
El peso mayor de esta ocupación genocida es hacia las mujeres. Son secuestradas y llevadas cautivas. Son violadas y asesinadas. Son tomadas de sus familias y esclavizadas en regiones como Idlib. Esta vez, lo mismo que ISIS hizo con las mujeres Êzîdî, la División Sultán Murat, que se pagó a Turquía bajo el nombre de ayuda a refugiados de la UE y la ONU, se pagó por las mujeres kurdas. No hay diferencia.
Todos gritaron cuando lo hizo ISIS. Se callan cuando lo hacen mercenarios y violadores como la División Sultan Murat, establecida y dirigida por Turquía. Ellos lo ignoran. Incluso ofrecen apoyo financiero.
Por eso son responsables de la masacre de mujeres cometidas en Afrin. También son culpables. Porque no solo permiten sino que brindan apoyo material y moral.
Por lo tanto, en lugar de esperar a que denuncien las violaciones de derechos humanos cometidas en Afrin, es necesario revelar y exponer sus alianzas, crear y difundir estos informes a través de la solidaridad con las organizaciones civiles.
Las palmas de Angel Nebîh Xelîl, 16, Efrînli, cuyo cuerpo estaba en Azez, nos dice esto. Miré las fotos que mostraban su cuerpo sin vida tirada en el suelo durante mucho tiempo. Cayó boca abajo después de ser golpeada en la cabeza.
Su mano derecha aparece en una foto tomada después de que su funeral se realizara. Su mano está cerrada, tiene tierra en su palma. Sus manos envueltas en el suelo en el último momento de su corta vida. Tomó su tierra con el puño.
Esa mano no ha salido de mis ojos durante días. La mano del ángel de Efrin. Los dedos de esa mano están en el cuello de todas las fuerzas estatales occidentales, que aprueban abiertamente la invasión de Rojava por parte de Turquía. Debes saberlo. Debes recordarlo.
Esta alianza emergente es un reflejo de un cambio de poder en el mundo islámico lejos de su centro árabe tradicional.
El nombre del predicador islamista salafista fugitivo Zakir Naik es poco conocido en Occidente. Naik, fundador de la Fundación de Investigación Islámica con sede en Mumbai, está siendo perseguido por las autoridades indias por cargos de lavado de dinero y discurso de odio.
Naik es un predicador islamista popular en su país natal. Se le conoce como “quizás el ideólogo salafista más influyente de la India” y “el evangelista salafista más importante del mundo”. Sus puntos de vista sobre temas como la homosexualidad, la apostasía y los judíos son los esperados (los dos primeros merecen la pena de muerte, el tercero “controla EEUU”).
Las autoridades indias observan evidencia de que dos de los siete terroristas que llevaron a cabo un ataque mortal en un café en Dhaka, Bangladesh, el 1 de julio de 2016, se inspiraron en sus enseñanzas.
En sí mismo, el predicador fugitivo solo tiene un interés pasajero. Sin embargo, las actividades de Naik son dignas de mención, porque la lista de sus partidarios y sus actividades en su nombre arrojan luz sobre un nexo emergente en el mundo islámico que merece mayor atención.
Parece que esta alianza cristalizadora tendrá una consecuencia considerable en el período de apertura, sobre todo para Israel y algunos de sus socios en la región y más allá.
Huyendo de las autoridades indias, Naik ha sido el afortunado receptor de la residencia permanente en Malasia. Allí, su caso se ha convertido en una causa célebre. El Partido Islámico de Malasia, que tiene cuatro ministros en el gobierno actual, se opone vociferantemente a acceder a los llamados indios para su extradición.
Los informes en varios medios de comunicación indios afirman que la concesión (inusual) de residencia permanente al predicador fugitivo se produjo como resultado de una solicitud del gobierno de Pakistán. Los informes sugieren además que “Pakistán también está utilizando sus relaciones con Turquía y Qatar para proporcionar fondos a Zakir Naik”.
Naik, por su parte, ha elogiado al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Hablando con un grupo islamista, encabezado por Bilal Erdogan, en 2017, el predicador indio se refirió al líder turco como “uno de los pocos líderes musulmanes que tiene las agallas para apoyar abiertamente al Islam”, y agregó: “Oh mundo musulmán, despierta. … Que Erdogan sea el próximo líder del mundo musulmán “.
LA DISPUTA en torno a Naik arroja luz sobre las florecientes relaciones entre tres países musulmanes importantes: Turquía, Pakistán y Malasia. Esta alianza emergente es un reflejo de un cambio de poder en el mundo islámico lejos de su centro árabe tradicional.
Ankara, Islamabad y Kuala Lumpur, con Qatar como socio adicional, constituyen hoy un nexo de poder emergente, construido alrededor de una orientación común hacia un Islam político sunita conservador. Este nexo está unido tanto por enemistades comunes como por afectos comunes. Sus enemigos son India, Israel y (a nivel retórico) el Occidente cristiano.
Mientras tanto, sus rivales dentro de la diplomacia del mundo islámico son Arabia Saudita, que tradicionalmente ha dominado la Organización de la Conferencia Islámica, el principal organismo diplomático panislámico y los Emiratos Árabes Unidos.
La cristalización de esta nueva alianza ha sido evidente durante algún tiempo. A fines de septiembre de 2019, Erdogan, el primer ministro malasio Mahathir Mohamad y el primer ministro paquistaní Imran Khan se reunieron al margen de la 74a Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. Los tres acordaron en esa reunión establecer un canal de televisión en inglés para combatir la ‘islamofobia’ en Occidente.
Mahathir luego buscó convocar una cumbre en Kuala Lumpur, en diciembre de 2019, para identificar, según un comunicado de prensa que anunciaba la cumbre, “lo que salió mal, con el fin de reclamar la fama y la gloria del mundo musulmán de antaño”. Al informar a los medios de comunicación en Putrajaya, Malasia, sobre la cumbre, Mahathir sugirió que “tal vez, puede considerarse como el primer paso hacia la reconstrucción de la gran civilización musulmana”.
Los países invitados a la cumbre de Kuala Lumpur fueron Turquía, Pakistán, Qatar e Indonesia. Mahathir describió a los países invitados como “unas pocas personas que tienen la misma percepción del Islam y los problemas que enfrentan los musulmanes”.
La posterior presión saudita sobre Pakistán impidió su asistencia a la cumbre de KL. Sin embargo, las actividades diplomáticas conjuntas de los países invitados han continuado a buen ritmo. Hasta ahora, estos esfuerzos se han dirigido principalmente a la India, con el foco en el tema del territorio en disputa de Cachemira.
Cachemira parece ser un asunto de particular interés para el presidente turco, en su esfuerzo por presentarse como un líder panislámico y en su deseo de acercarse a Pakistán.
Turquía celebró una conferencia internacional sobre el tema el 21 de noviembre de 2019. Un senador paquistaní, Sherry Rehmen, participó en esta reunión. Durante la visita de Erdogan a Pakistán a principios de 2020, el presidente turco mencionó a Cachemira seis veces durante un discurso de 25 minutos en una sesión conjunta del parlamento pakistaní.
Erdogan comparó a Cachemira con la lucha turca por Gallipoli contra los británicos y los franceses en la Primera Guerra Mundial. “Fue Canakkale ayer, y hoy es Cachemira. No hay diferencia ”, afirmó, en declaraciones que llevaron a la India a emitir una gestión oficial ante el embajador turco en Nueva Delhi, contra la injerencia en sus asuntos internos.
Malasia también adoptó un tono nuevo y vociferantemente crítico sobre el tema. Mahathir, poco antes de su renuncia a fines de 2019, dijo que India había “invadido y ocupado” Cachemira y estaba “tomando medidas para privar a algunos musulmanes de su ciudadanía”.
Vale la pena señalar que, en contraste con este activismo diplomático, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos sostienen que Cachemira sigue siendo un asunto interno de la India.
Esto refleja la creciente cercanía entre Riad y Nueva Delhi, expresada también en las principales inversiones en India anunciadas por el Príncipe Heredero Mohammed bin Salman durante su visita a India en 2019.
La alianza emergente entre Turquía, Pakistán, Malasia y Qatar tiene sentido estratégico e ideológico desde el punto de vista de sus miembros. Refleja el reposicionamiento actualmente en curso en Asia, a raíz de la hegemonía estadounidense posterior a la Guerra Fría. Estos países están unidos por una perspectiva central similar y tienen algunos adversarios emergentes comunes.
Turquía y Qatar, de hecho, han participado en una asociación de facto en la última década, basada en la oposición común a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. También están unidos en apoyo al Islam político sunita en toda la región en su forma de Hermandad Musulmana, y no menos importante en su iteración palestina: el movimiento Hamas. Pakistán y Malasia son reclutas naturales para este bloque emergente. India parece ser actualmente su principal objetivo diplomático.
Esta alianza también comparte una enemistad profunda con el estado judío. Sus adversarios, India y Emiratos Árabes Unidos, son socios estratégicos emergentes de Jerusalén. Zakir Naik, ubicado en Malasia, con cuentas bancarias de Qatar y el músculo diplomático de Pakistán y Turquía protegiéndolo, respirando fuego y azufre contra apóstatas, homosexuales y judíos, es su símbolo apropiado.
*El escritor es director del Centro de Informes y Análisis de Medio Oriente y miembro investigador del Foro de Medio Oriente y del Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén. Es autor de Days of the Fall: A Reporter’s Journey in the Syria and Iraq Wars.
En el mes de marzo cuando se empezaron a detectar los casos de Coronavirus más fuertes en la región de Medio Oriente y el Norte de África. Se planteaban eventuales pérdidas económicas de al menos 2.1% del PIB regional, sin embargo, en el mes de abril los efectos de la pandemia empujarían a pronosticar una pérdida económica de hasta 3.7% que equivale a US$100 mil millones durante el año 2020.
A este aspecto se le suma el efecto económico que generó el acuerdo de la OPEP+ en abril 2020 acerca de la producción de petróleo y que generará impactos tanto en las economías productoras como en los importadores de hidrocarburos y sus derivados.
Abril Umaña, Estudiante Relaciones Internacionales
Antes de comenzar a analizar la situación de tensión
que se vive actualmente en Oriente Medio, es importante establecer un
precedente respecto a las condiciones que lo propiciaron en primer lugar.
Partamos de la idea que el mundo musulmán se divide en dos grandes sectas o
facciones; los suníes, que comprenden un 90% de la población total a nivel
mundial y su mayor concentración de creyentes se encuentra en el Reino de Arabia
Saudita y los chiitas, que comprenden casi el 10% de la población restante y su
mayor concentración de creyentes se encuentra en la República Islámica de Irán.
Tomando en cuenta que el islam es la segunda religión
más profesada en el mundo con un estimado de practicantes de 1.500 millones,
los porcentajes por pequeños que sean, representan una abismal cantidad de
personas. Lo que desencadena un conflicto entre las facciones y a su vez
establece una competencia entre Irán y Arabia Saudí, como líderes de sus
respectivas sectas por el liderazgo e influencia de la región.
A Irán constantemente se le percibe desde Occidente
como un país violento y empobrecido, pero la realidad es que es un actor
estratégico a nivel mundial, debido a sus grandes reservas de petróleo y gas;
su control sobre el Golfo Pérsico lo que le permite controlar también el
Estrecho de Ormuz por donde transita 25% del comercio mundial; el desarrollo de
un programa nuclear y son la décimo octava economía mundial.
Además de su disputa con Arabia Saudita por el
liderazgo de la zona, también lo disputa con Israel a quien ha tomado como
máximo enemigo regional y por supuesto con Estados Unidos, el cual es aliado de
los anteriores dos y uno de los protagonistas de la actual crisis en Irak. El
antecedente del conflicto entre los Estados Unidos e Irán data en 2014 cuando
el DAESH tomó la segunda ciudad más importante de Irak, Mosul. El Estado iraquí
se vio obligado a pedir ayuda internacional.
Esto generó una Coalición Internacional encabezada por
el gobierno de Washington quien proporcionó fuerzas aéreas especialmente y
llevaron a cabo bombardeos importantes en esta modalidad, mientras que Irán vio
su oportunidad para reforzar su influencia en tierra y brindó financiamiento y
capacitación a los iraquíes que formaran parte de las milicias populares. Estas
milicias fueron apoyadas por las Fuerzas QUDS, una fuerza internacional
revolucionaria iraní de elite, la cual estaba bajo el mando de Qasem Soleimani,
el segundo hombre más poderoso e influyente de Irán.
En 2017, cuando las milicias populares iraquíes junto con las fuerzas estadounidenses derrotaron al DAESH, el país se enfrenta a una situación delicada, teniendo en un mismo territorio a los estadounidenses y a los proiraníes apoyados por Irán. En pocas palabras, dos grandes potencias militares. Aunque hasta ese momento no existía una amenaza real, se da una escalada de tensiones el 27 de diciembre de 2019, cuando una milicia proiraní realiza un ataque contra una base de la coalición occidental que termina comprando la vida de dos policías iraquíes y un contratista estadounidense.
Como repuesta a este ataque, EE. UU. realiza una operación contra la milicia proiraní Kataeb Hezbollá donde mueren 25 personas. Lo que provoca una manifestación violenta fuera de la Embajada de los Estados Unidos en Irak, que por poco termina siendo tomada en asalto por parte de los manifestantes y aunque no lo lograron, un sector de la entrada de la sede diplomática fue quemada, lo que podría ser catalogado como un golpe directo al orgullo estadounidense. El gobierno estadounidense respondió con contundencia de la misma manera, enviando un dron militar que atacó y logró asesinar al general Qasem Soleimani en Bagdad.
Esto último dio paso a las verdaderas tensiones de los últimos tiempos entre ambas naciones, junto con algunos otros factores importantes que se deben de tomar en consideración como el hecho de que Soleimani, sostenía estrechas relaciones con la agrupación Hezbolá; un partido político y grupo paramilitar, muy importante en el Líbano, que es financiado precisamente por el gobierno en Teherán.
En ese momento se temió que la agrupación libanesa pudiera
tomar represalias en contra de Israel, siendo este el aliado más importante
para los EE. UU. en la zona y desde siempre enemigo de estas organizaciones
radicales. A esto se sumarían tensiones en el Estrecho de Ormuz, donde se
efectuaron ataques a barcos petroleros o el ataque a una planta petrolera
importante en Arabia Saudita, entre otros.
El asesinato de Soleimani ocasionó gran molestia en Irak donde los proiraníes exigían al gobierno expulsar a las fuerzas estadounidenses de una vez por todas. A esto, casi de inmediato Abdul-Mahdi, primer ministro iraquí quien de hecho no estaba claro si tenía la autoridad para hacerlo debido a que presentó su renuncia el año anterior, solicitó al parlamento medidas urgentes para romper la relación con Washington y expulsar a los estadounidenses de territorio iraquí.
Aunque debido a la división sectaria entre suníes y chiitas que existe en el parlamento, no se logró llegar a un acuerdo definitivo. El presidente estadounidense Donald Trump mostró incomodidad ante esta petición por lo que afirmó que Estados Unidos no se retiraría de Irak, hasta que ese país pagara la inversión militar estadounidense de los últimos años.
Junto con la resistencia estadounidense para retirarse de territorio iraquí, nacen algunos planteamientos sobre cómo los iraquíes, van a hacer que los estadounidenses se retiren por la fuerza; con bombardeos, ataques a las bases militares de corto y largo alcance, secuestros y tortura, ataques a empresas privadas estadounidense en la zona como Halliburton, entre otras medidas.
El clima internacional y regional es cada vez más
tenso y puede que pase de una escalada a un conflicto militar importante. Por
el momento la situación se encuentra en pausa debido a la emergencia mundial
por COVID-19, ya que tanto Irán como los Estados Unidos presentan una cifra de
muertes y contagios bastante considerable y dirigen sus esfuerzos a mitigar la
pandemia. Pasando estas tensiones, a un segundo plano. Mas no dejando en el
olvido todo lo que ha sucedido.
Según los resultados del año pasado, Turquía se incluye por primera vez entre los cinco principales importadores de armas rusas, dijo Dmitry Shugayev, Director del Servicio Federal de Cooperación Técnico-Militar de Rusia, informa RIA Novosti.
“En 2019, se firmaron un total de $ 17 mil millones en contratos [respectivos]”, agregó.
Actualmente, India, China y Egipto también se encuentran entre los mayores importadores de armas rusas.
La arriesgada política internacional de Erdogan aumenta tensiones en una región convulsa como Medio Oriente.
Su estrategia le ha generado fuertes crispaciones con Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos.
Erdogan se ha convertido a lo largo de sus
más de 15 años en la cúpula del Gobierno de Turquía en un líder incontestable
dentro de la política interna del país. Dirigió un país con una consolidada
estabilidad dentro de un régimen político parlamentario con el cargo de Primer
Ministro desde el año 2003 cuando vence en las elecciones parlamentarias y
posteriormente en el año 2014 se convierte en Presidente de la República, con
lo que inicia un proceso de reforma constitucional para dar un mayor
protagonismo a la Jefatura del Estado y convertirse en un sistema
presidencialista, estas modificaciones fueron aprobadas en el año 2017, tanto
en el parlamento como en referéndum.
Ni
siquiera el intento de Golpe de Estado perpetrado en el año 2016 debilitó su
posición como hombre fuerte de Estado dentro de la estructura de Turquía, pero
podría ser su estrategia agresiva de política exterior desarrollada en los
últimos años en Medio Oriente y el Norte de África su perdición.
Turquía
se ubica en un espacio de vital importancia geoestratégica, se encuentra en dos
continentes, su ciudad más importante Estambul se encuentra en territorio
europeo y el resto, la Península de Anatolia, se ubica en Asia. Además de ello,
el Estrecho del Bósforo ubicado en su territorio, es el que une al Mar Negro
con el Mediterráneo. Por lo que con estas decisiones en los últimos tiempos, ha
generado importantes tensiones y dificultades en sus relaciones con la Unión
Europea, Estados Unidos, Rusia y países influyentes del Medio Oriente y el
Norte de África.
La
Guerra Civil en Siria, país vecino de Turquía, dio una oportunidad a Erdogan de
posicionar sus tropas en el límite entre ambos países y de atacar a uno de sus
mayores enemigos, que es interno y externo, la población kurda. La fuerte
represión dentro del mismo territorio turco y las constantes avanzadas dentro
de territorio sirio para atacar a los bastiones kurdos que se enfrentaban en
ese momento tanto al Gobierno de Al-Asad como al Estado Islámico.
Estas
intromisiones en el territorio kurdo han provocado una escalada de tensiones
entre Erdogan y Putin que han parecido una montaña rusa en los últimos tiempos
pero que están llegando a un punto álgido en este año, según lo anotado por el
Diario El País de España, en nota del 12 de febrero titulada “La escalada en Siria tensa la relación
entre Turquía y Rusia”, comenta lo siguiente, “Recep Tayyip Erdogan ha roto
su moderación hacia Rusia. El presidente turco ha acusado este miércoles a
Moscú de participar en la “masacre” de civiles junto a las fuerzas de Bachar el
Asad en la provincia siria de Idlib y criticó las “promesas incumplidas” del
Kremlin. Rusia respondió acusando a Turquía de no cumplir con los acuerdos
destinados a contener las hostilidades en la volátil región y de agravar la
situación. Una escalada de ásperos comentarios entre Ankara y Moscú, que hasta
ahora han mantenido una alianza diplomática —aunque incómoda porque apoyan a
bandos opuestos— para trazar las directrices de una eventual paz en Siria.
Ahora, la relación se está agriando.”
Y en
los últimos días, el conflicto aumenta y Erdogan decide no solo mantenerse en
Idlib, que es uno de los últimos bastiones de la oposición al Gobierno de
Al-Asad, si no que ha aumentado su presencia militar en la ciudad, lo que ha
tensionado aún más la frágil cuerda que sostiene la “alianza” entre Moscú y
Ankara.
Pero
este no es el único flanco abierto del “Sultán”, el tema de los refugiados
sirios que cuentan miles y que intentan desde hace años cruzar a las fronteras
de la Unión Europea, llegando a Grecia, han provocado otra escalada de
tensiones y amenazas, debido a que el Gobierno Turco asegura que ya no puede
sostener a los refugiados e información a la que han accedido distintos medios
de comunicación confirma que hasta las mismas autoridades turcas han impulsado
a los refugiados a salir de su país. Esto pese a que el encargado de las
relaciones internacionales de la UE, Josep Borrell confirma que desde 2016
existe un acuerdo migratorio entre ambos países que Turquía está incumpliendo.
A los
anteriores conflictos también se debe sumar otra intervención de Erdogan, ahora
en el norte de África, específicamente en el conflicto interno de Libia, que ha
provocado importantes tensiones con países como Egipto, Arabia Saudí y Emiratos
Árabes que en esta situación cuentan con el aval de Rusia. Informaciones
internacionales confirman un acercamiento entre la facción del Ejército de
Liberación Nacional Libio de Haftar con el Gobierno Sirio de Al-Asad y también
un llamado explícito de Haftar en apoyo al Gobierno de Grecia que está
enfrentando el tema migratorio sirio.
El
liderazgo fuerte y retador de Erdogan le ha dado importantes réditos como
mantenerse en la primera línea del gobierno turco por más de 15 años, pero su
desgaste se percibe tanto en el aspecto nacional donde en las últimas
elecciones municipales fue derrotado en las ciudades grandes resaltando
Estambul, como en el ámbito internacional donde en los últimos años ha
convertido a su país en un foco de conflictos y tensiones siendo una zona de
contacto y conexión entre importantes partes del mundo (Europa, Rusia y Medio
Oriente), por eso considero que si no hay un cambio de rumbo, de actitudes y
comportamientos de ultraliderazgo personalista por parte de Erdogan, nos
acercamos al ocaso del “Sultán” de Turquía.
Las implicaciones de las consecuencias turco-rusas sobre Idlib van más allá de Siria y representan un colapso del enfoque de la política exterior impulsado por el islamista del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Turquía es un país aislado hoy que tiene vínculos de confrontación con Estados Unidos y Rusia, así como con el mundo árabe y Europa. Está tratando de garantizar sus intereses vitales de seguridad en este difícil contexto.
Pero los pocos amigos que le quedan a Ankara, como Qatar, Pakistán o Azerbaiyán, no le brindan a Turquía ningún valor estratégico que pueda fortalecer su mano contra sus adversarios.
La única opción que tiene Erdogan es tratar de enfrentar a Estados Unidos y Rusia, como lo ha estado haciendo durante algún tiempo, pero este enfoque también parece haber seguido su curso.
La belicosidad de Erdogan en las relaciones internacionales y el desdén por las sutilezas diplomáticas, así como el consejo de diplomáticos profesionales, puede ir bien con sus partidarios acérrimos.
Sin embargo, un número cada vez mayor de analistas turcos, incluidos algunos ex partidarios de Erdogan, creen que la situación que Ankara se encuentra en Siria en particular es en gran parte, si no totalmente, autoinfligida.
También temen que surja una debacle similar en Libia, donde los soldados turcos también han comenzado a sufrir pérdidas.
Hace solo cuatro meses, justo antes de que Erdogan ordenara el lanzamiento de la Operación Primavera de Paz de Turquía contra las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) apoyadas por Estados Unidos en el noreste de Siria, se especuló sobre una posible confrontación entre las fuerzas turcas y estadounidenses.
Al mismo tiempo, los “lazos estratégicos” que Turquía estaba aparentemente desarrollando con Rusia estaban siendo promocionados por el ministro de Relaciones Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, como “inquebrantables”.
Ankara esperaba que estos vínculos contrarrestaran el deterioro de la relación de Turquía con Occidente, y especialmente con Estados Unidos.
La decisión de Erdogan de comprar sistemas de defensa aérea S-400 de fabricación rusa, por encima de las objeciones de los aliados de la OTAN en Turquía, también se consideró más un acto de desafío a Occidente que un movimiento coherente basado en una lógica militar sólida.
El mayor error de cálculo de Erdogan está demostrando ser la confianza que depositó en Rusia.
Incluso después de que la situación en Idlib se calme, como es probable que suceda eventualmente (aunque probablemente a un costo para Turquía) dado que una guerra turco-rusa no es algo que Ankara pueda soportar, las grietas en la relación permanecerán.
Dicho de otra manera, las cosas en Siria han cambiado nuevamente para Ankara solo cuatro meses desde que se enfrentaba a los Estados Unidos al este del río Eufrates.
Erdogan ahora señala con un dedo acusador a Rusia y se refiere a ella en términos apenas encubiertos como agresor. Mientras tanto, ha recurrido nuevamente a los Estados Unidos en busca de apoyo, incluso pidiéndole que despliegue misiles Patriot contra la amenaza sirio-rusa.
No sorprende que algunos comentaristas cínicos sugieran que, en lugar de buscar patriotas estadounidenses, Ankara debería desplegar los S-400 rusos para evitar la amenaza de Siria.
La campaña de Turquía en Idlib contra el ejército sirio ya le ha costado la vida a 18 soldados y contratistas militares turcos, algunos asesinados por el poder aéreo ruso.
Se espera que las bajas aumenten en los próximos días y semanas, ya que Erdogan está decidido a seguir adelante con lo que la oposición cree que es su guerra, no la de Turquía.
El veterano comentarista político Fikret Bila dijo que cree que esta es una guerra que Erdogan no puede ganar. Argumentó que los principales objetivos de Turquía en Siria son derrocar al régimen de Assad y asegurar una voz para los islamistas radicales en ese país. Bila no cree que estos objetivos sean alcanzables.
“Derrotar al ejército sirio, que Rusia apoya … no parece estar dentro del alcance de la posibilidad”, escribió Bila en su columna para el portal de noticias independiente T24.
Fehmi Koru, otro columnista veterano que una vez estuvo cerca de Erdogan y del gobernante Partido Justicia y Desarrollo, también es pesimista sobre el éxito de las políticas de Erdogan.
Refiriéndose a la vacilación de Ankara entre Washington y Moscú, Koru duda que cualquier resultado que pueda considerarse una “victoria” para Turquía se obtenga de este enfoque.
“Me temo que las políticas que Turquía ha implementado en Siria desde 2011 … resultarán en un fracaso”, escribió Koru en su blog personal .
Erdogan está claramente molesto por comentarios tan desalentadores. Para apuntalar el apoyo interno a su política siria, ha elevado el compromiso de Turquía en Siria al nivel de la Guerra de Independencia turca de 1919-1922.
En su discurso a los miembros del partido el 15 de febrero donde hizo este comentario, Erdogan también repitió su ultimátum a Siria para que sus fuerzas regresaran a la línea de alto el fuego acordada con Rusia en Sochi, Rusia, en septiembre de 2018.
Advirtió que si el ejército sirio no se retiraba a fines de febrero , Turquía lo obligaría a hacerlo militarmente. “Estas personas son nuestros hermanos y no los abandonaremos a la misericordia y la persecución de los tiranos”, dijo Erdogan.
“Estamos preparados para morir por esto si es necesario”, agregó Erdogan.
También ha subrayado en sus diversos discursos públicos que Turquía no puede hacer frente a los cientos de miles de refugiados acumulados en sus fronteras tras el ataque del régimen respaldado por Rusia en Idlib.
Su intento de equiparar el compromiso de Ankara en Siria con la Guerra de Independencia de Turquía no convence a todos. El comentarista político Murat Yetkin subrayó la gran exageración que conlleva esta analogía. “Sin ofender, pero está mal que el presidente Erdogan vea la Guerra de la Independencia procesada por Mustafa Kemal Ataturk y sus amigos por la liberación de la patria y el establecimiento de la república, con lo que está sucediendo en Siria e Idlib”, Yetkin escribió en su blog Yetkin Report .
Yetkin agregó que el enfoque de Erdogan también era problemático porque involucra operaciones militares en el territorio de otro país, lo que, dijo, plantea “problemas legales internacionales de acuerdo con las reglas establecidas por las Naciones Unidas”.
Erdogan, por supuesto, está justificado en sus preocupaciones sobre una nueva inundación de refugiados sirios. La mayoría de los turcos también están profundamente preocupados por esto. Actualmente, Turquía alberga hasta 4 millones de sirios y la carga está creciendo.
Sin embargo, muchos no ven cómo Erdogan espera resolver el problema de los refugiados yendo a la guerra contra el régimen sirio cuando podría estar hablando con él para trazar un rumbo racional.
Erdogan, sin embargo, rechaza cualquier noción de hablar con el presidente sirio Bashar al-Assad. Imbuido de una firme perspectiva ideológica basada en sunitas y una simpatía innata por la Hermandad Musulmana en todas sus formas, Erdogan cree que hablar con Assad sería una traición a sus correligionarios. Assad es un alauita; Los alauitas son una rama del Islam chiíta.
En cambio, Erdogan continúa enviando refuerzos a las pocas secciones de Idlib que Turquía aún controla con el apoyo del Ejército Nacional Sirio que financia y suministra, y una variada tripulación de combatientes yihadistas.
Erdogan también está cerrado a todos los llamados internos de la oposición para retirar las fuerzas turcas de Siria, ya que esto equivaldría a admitir la derrota. Tal como están las cosas, sus problemas políticos en el país por una serie de razones económicas y políticas están aumentando.
Los embajadores jubilados Ali Tuygan y Yusuf Buluc subrayaron en un artículo escrito conjuntamente que “el defecto más llamativo” de la política siria de Erdogan es “su falta total de respaldo nacional”.
“El presidente Erdogan ha dicho que las operaciones militares pueden comenzar en cualquier momento. Sin embargo, los turcos apenas saben hacia dónde se dirige el país, excepto que sus hijos estarán expuestos a daños mortales si Damasco no presta atención a la advertencia ”, escribieron Tuygan y Buluc en su blog Diplomatic Opinion .
“Al menos en este momento crítico, el pueblo de Turquía tiene derecho a saber exactamente cuáles de sus intereses serán atendidos, qué causas se perseguirán, qué instrumentos se utilizarán ya qué costo”, agregaron.
Indicando que el intento de Turquía de cambiar el régimen en Siria había fallado, Tuygan y Buluc dijeron: “Es hora de que el gobierno turco baje y enfrente la realidad en el terreno”.
Recomendaron una retirada de las fuerzas turcas de Idlib y un retorno a la vía diplomática.
Sin embargo, enfrentar la realidad en el terreno en Siria nunca fue el punto fuerte de Erdogan.
Tal como están las cosas, parece decidido a arrastrar a Turquía al atolladero. Si gana, se asegurará una victoria masiva para sí mismo. Sin embargo, si pierde, el país pierde con él.
El Sr. Finkelstein sólo puede culparse a sí mismo de ser excluido del campo académico, no sólo por mentir, sino por ser un intelectual absolutamente poco serio, es decir, un fracaso como investigador. Lo único que tiene, y lo admite al final del artículo, son “pensamientos”, porque de hechos comprobados, nada.
El cerco sobre Gaza nunca fue hermético, no existe un sólo colono en Gaza ya desde 2005, por lo tanto tampoco soldados, y por lo tanto tampoco ocupación. Entonces por qué hay violencia cíclica con Gaza, y mucho menos con Cisjordania?
Esa pregunta no se la hace Finkelstein, sencillamente porque no conoce el tema, no solo no sabe las respuestas, sino tampoco las preguntas. Las raíces del bloqueo, impuesto en 2007 (y no en 2006, ni siquiera acierta en el año) luego del brutal golpe de estado de Hamás contra Fatah, el gobierno palestino legítimo, deben buscarse en la épica jihadista que ve como “profanación” la mera existencia de un estado no musulmán sobre “Dar El Islam”, la “Morada de la paz”, tierra sagrada musulmana, profanada en su febril versión del islam por la mera existencia de Israel todo.
Pero de eso no habla Finkelstein, sencillamente porque sabe muy poco del tema. Y el agua, un viejo motivo antisemita que viene del libelo de los pozos de agua envenenados supuestamente por judíos para provocar la peste negra del siglo 14, es imbebible en Gaza porque han agotado las napas y el agua se saliniza en contacto con el mar, y porque el dinero donado por Occidente para bombas de agua y plantas desalinizadoras quedaron en los bolsillos de Al Fatah y ahora de Hamás, no sea cosa que los palestinos beban agua saludable y ya no haya cómo acusar a Israel.
Nadie dispara a mansalva a civiles adrede, ni en Gaza ni en ningún lugar, salvo que te llames Bashar el Assad y bombardees campos de refugiados palestinos sobre suelo sirio. Palestinos mueren en Gaza cuando son llevados a manifestaciones contra el enemigo externo, siempre más fácil, siempre más visible, Israel, que sirve como hoja de parra al fracaso de Hamás como gobierno en los últimos 13 años.
Y estos manifestantes “pacíficos” están armados con bombas, con botellas molotov, con globos bomba e incendiarios. Y sí, si son “luchadores por la libertad”, entonces habrá bajas. Y también caerán civiles, si los utilizan como escudos humanos. Del cinismo del Hamás nada sabe Finkelstein, porque escribe libros a control remoto, citando fuentes que también representan lobbies, a los que tanto dice odiar.
En fin, Finkelstein proyecta, porque acusa a otros de utilizar el Holocausto y otras victimizaciones, cuando en realidad es él el que lo hace para intentar impulsar su ideología afiebrada, bajo el lema: “Mis padres sobrevivieron el Holocausto, no me vengan a hablar a mí de autoridad moral”. Si eso no es utilizar el Holocausto para justificar su postura ideológica y moral, entonces no se entiende bien qué es manipulación.
El problema no es Finkelstein, un intelectual con bastante poca jerarquía, sino cómo un periódico que se piensa serio como “El Periódico”, se presta a darle voz, pensando que así se favorece en algo la causa palestina. Pues las noticias son: flaco favor se le hace a la causa palestina cuando se defiende al Hamás, y cuando se abre el micrófono a voceros tan intelectualmente pobres como Norman Finkelstein.